Redacción: Joel Cruz
Fotografía: Space Cat Zuluaga
«Las personas fuertes crean sus acontecimientos. Las débiles sufren lo que les impone el destino» Alfred de Vigny
La ceremonia del inframundo tomó lugar durante el pasado fin de semana, exactamente el seis de abril. Black Altar, espectro polaco del metal negro que lleva años empuñando con ira su canto a las decadencias de la teocrática sociedad occidental, llevó a cabo una memorable presentación en la capital colombiana. El grupo, comandado por su creador y líder Shadow, hizo de su acto una sesión apta para quienes entienden que esta música se ha encargado de superar sus propios límites, mientras sigue explorando los laberintos del pensamiento humano en su vórtice más cenizoso.
Usualmente, el sábado en su franja nocturna está dedicado a las actividades de ocio, por lo que a veces el tránsito en las calles posee un carácter difícil. En esta ocasión, y ante la dificultad de llegar al sitio del concierto (por el tráfico vehicular), las primeras bocanadas del show tardaron un poco más de lo normal en impregnar el hábitat del establecimiento. Con la tristeza general de que los suecos Ofermod no pudieran cumplir esta cita, el misticismo del lugar (pese a ello) no dejó de crecer; aún menos la sed de los asistentes, lo que los llevó a aprovechar la promoción de cerveza que el lugar estaba ofreciendo desde que sus puertas fueron abiertas.
Unas buenas pruebas de sonido fueron necesarias para invocar la atención general, lo que desembocó en la bienvenida a los primeros representantes locales. El drama ritualístico comenzó con Ahriman,banda que comenzó su obra demoníaca en el 2001. En consonancia con la exclusividad de las cabezas de cartel, una banda que se ha sostenido con el suficiente material para darle un sentido ortodoxo a su doctrina musical. La curiosidad por su toque hizo de hecho que escuchara con frecuencia su canción Oayin Ben Samael mientras le iba dando forma a la nota que justo ahora se encuentran leyendo.
Si bien ya tenía una impresión positiva de lo que Storm of Darkness (la segunda agrupación) viene proponiendo desde una larga época atrás, el público en este caso dio la razón principal de porqué en esta faceta vertical del black metal hay un espacio importante para admirar la creatividad mediante un performance elaborado. Sobre el escenario, los bogotanos demostraron que el esquema de su arte se ha trazado con respeto por el género, pero con una convicción por no seguir irracionalmente los senderos marcados por otros. Acorde para un estilo sonoro con tanta personalidad, destacando a menudo la individualidad y el pensamiento crítico.
Antes de la medianoche el turno fue para los veteranos Dark Wisdom, al igual que sus antecesores, músicos que se han formado al margen de las vanidades moldeadas por el calendario gregoriano para endurecer una postura musical autónoma y la cual, al menos en la mayoría de los casos, ha captado los fans correctos, aquellos que abrazan la estética y la profundidad artística del black con especial atención. En tarima, el grupo mostró una unión de fuerzas con la gente que hacía fiel eco de sus poéticas blasfemias y de paso, aprovechaba para pedir temas propios del repertorio, solicitud que los Wisdom no pasaron por alto. Una buena oportunidad, por otro lado, para seguir promocionando su álbum más reciente The Endless Darkness of the Cosmos.
Black Altar, diáconos en la esfera más esperada de este cosmos metalero que pisa con fuerza y no admite debilidades, empezó a interpretar sus canciones a la par de un día que agonizaba. Entre segmento y segmento, el proyecto iniciado en Polonia y posteriormente radicado en Inglaterra puso sobre la mesa la amplia experiencia de sus intérpretes en contacto de sus seguidores; paradójicamente desde su nombre, con peso en el underground del Viejo Continente (y otros lares), aunque enfocado prioritariamente en su producción discográfica. El viaje por sus temas insignias también sirvió para evocar raíces y figuras vitales en todo este lóbrego paisaje; así que fue grata, por ejemplo, su mención a Burzum, una circunstancia causante de gusto general, según pude apreciar.
Los ensambles de las tinieblas (o como cada quién desee contemplarlo) permitió el buen desarrollo del Necromantic Rites, lo que sigue motivando al público metalero, que continúa atento a las propuestas de Colombian Shows y Sylphorium Records, responsables del concierto. La travesía de Black Altar finalizó el domingo siete de abril en Medellín, ciudad que tiene una larguísima historia con los sonidos extremos.
En el comunicado oficial del conjunto europeo, la plaza colombiana queda dentro de sus agradecimientos por «su apoyo sin condiciones, su energía inagotable y su inmortal pasión por la música metal».