El público disfrutó el show desde que las pisadas descalzas y la túnica negra del cantante Farhi aparecieron en el recinto de su acto.
Redacción: Joel Cruz
Fotografías: Cristian García
La exploración de terrenos exóticos en la música siempre ha sido una constante tan certera como el hecho de que las arenas del tiempo corren segundo a segundo sobre nuestras cabezas (en ocasiones, sin piedad).
La pasada noche del 9 de abril, el grupo Orphaned Land se presentó una vez más ante un escenario colombiano; por supuesto, su camino de metal, folk arabesco y el velo de su mística cautivó a los testigos de su largo camino, atípico para su cultura de origen.
La banda de Kobi Farhi y Uri Zelcha se ha logrado sostener desde que las fusiones de música extrema y las expresiones étnicas eran una auténtica rareza. Actualmente son un símbolo para fans de países como Turquía, Irán, Marruecos y desde luego Israel, latitudes donde las tradiciones de sus pueblos usualmente no ven con buenos ojos los vestigios culturales de Occidente. Eso sí, la ausencia de Zelcha en el bajo no pasó desapercibida, por lo que esperamos pronto se reincorpore a la banda que le ha dedicado al menos 32 años.
Durante su recorrido, la profundidad lírica y sonora que el grupo ha enseñado al mundo no ha sido ajena a las últimas generaciones, inspiradas en esta fusión de elementos artísticos y encontrando a través de ella una visión autóctona del rock pesado.
En Bogotá, el público disfrutó el show desde que las pisadas descalzas y la túnica negra del cantante Farhi aparecieron en el recinto de su acto.
Las canciones, puente entre la evidente energía de los músicos y los asistentes, envolvió sin dificultad el ánimo general. La atmósfera, en un sentido etéreo de la palabra, hizo que el coro de todo su set fuera ley en el escenario. De principio a fin, los testigos de esta reunión colmaron el ambiente de gritos, saludos, saltos y bailes. En verdad, Orphaned Land lleva mucho tiempo marcando pauta en la comunidad metalera, factor que se impone en cada escala de sus recitales. Al igual que en su última visita al país (más de una década atrás), la presencia femenina en la danza también fue decisiva para que esta visita perdure en la memoria de quienes se deleitaron con las coreografías, los diálogos reflexivos de su vocalista y claro está, la música, en la que las cuerdas agudas y la percusión fueron más que determinantes.
Algunos de los temas seleccionados para la ocasión fueron ‘The Kiss of Babylon’, ‘Brother’, ‘Sapari’ y ‘The Beloved’s Cry’. Incluso, seguidores del grupo que no pudieron estar en este concierto, elogiaron el repertorio al que los espectadores pudieron tener acceso. La comunión entre unos y otros propone en absoluto una próxima oportunidad de apreciarlos en Colombia. Después de la ceremonia, quedan en el aire buenos augurios.