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BOGOTÁ SUBTERRÁNEA FEST: Un puño en la cara a la parafernalia

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Por: Joel Cruz

Lo extremo como catarsis y mecanismo de repulsión hacia todo lo «bello» y lo políticamente correcto llegó a la vida de Andrés Castro desde su adolescencia. Del gusto se pasó a la obsesión, una lo suficientemente grande para contribuir a pavimentar escena estridente en Colombia, en días cuando la autogestión era una guerra por ganar espacios entre un ambiente de nación frenética, violenta… pero a la vez, mojigata.

Castro fue parte del movimiento local mientras su germen estaba en la esquina contraria de lo comercialmente aceptable. No había nada pomposo para que el metal llegara a las multitudes del país cafetero; esa no era su idea ni mucho menos su manera de actuar. Muy diferente al ansia de fama que el jolgorio tropical imponía en un perfume de cloro, balneario y camandulería, el underground se resistía a todo eso. Era un credo sin devoción obligada a ningún ídolo de arcilla.

El tiempo hizo lo suyo: los conciertos pequeños empezaron a hacer ruido en la calle a través de discotiendas selectas y flyers que horrorizaban al transeúnte común, mientras captaban la curiosidad de otro tipo de individuos. Los grupos que tocaban en aquellos encuentros prometían un mensaje tan visceral que varios quisieron estar allí para saciar el morbo. Muchos no soportaron la estructura de la música, o sintieron que sus letras si las entendían acasoafectaban demasiado su sensibilidad y se fueron para presumir ante la gente normal que asistieron, como una travesura de niñez. Unos pocos, al costado de lo convencional, se quedaron…

En este 2024, el Bogotá Subterránea Fest evoca una congregación con todos los ideales de al menos tres décadas atrás, mediante un concepto e imagen fiel (en lo posible) a los códigos culturales de la época. En aquél momento, la ruta de los álbumes en vinilo, cinta y disco compacto funcionaba como una cosa nostra, a la cual se debía mostrar cierto sentido de pertenencia para poder acceder a su contenido; caso similar de los conciertos, cuya publicidad era limitada, así que quienes realmente deseaban ir a los shows debían no solamente estar bien informados, sino prepararse para cualquier imprevisto. Lo que fuera, como retrasos prolongados de tiempo, fallas de audio, disturbios y el acoso de la policía, incluso sin delito evidente.

En la actualidad (es fácil darse cuenta), los eventos metaleros son mucho más organizados. Con las posibilidades comunicativas de hoy, este festival es la continuidad de algo que Andrés Castro (editor de fanzines, promotor, coleccionista y propietario del sello In Fastu Negas) creó en los años noventa y que todavía cobra mucha vitalidad. A diferencia del pasado, el metal es pan de cada día en internet; sin embargo, el underground de ahora ya no opera desde la clandestinidad, sino desde un círculo de géneros, agrupaciones y formas de pensar que van en contra de que el estilo más pesado creado por el rock se vuelva un simple acto de circo. Por esa razón, la navegación de su postura es frontal, aunque va más centrada a quien se interese en todo esto, pero desde una perspectiva más honesta y respetuosa.

Bogotá Subterránea Fest es la liberación oscura de lo extremo y haciendo gala de esto, puede imponerse desde un carácter internacional. En esa línea, bandas de Chile, Paraguay, El Salvador, Estados Unidos, Colombia y Canadá, de donde provienen Adversarial y Blasphemy —dos de los platos fuertes del conciertoharán parte de los dos días reservados para sus presentaciones en la capital del país. Sin duda, el próximo 19 y 20 de julio se mantendrá firme una responsabilidad patriota con el metal, además con una reputación en el extranjero que reconoce a los sonidos criollos con buen aprecio.

La invitación está hecha y la brutalidad también. Las entradas se pueden adquirir en el portal infastunegas.bigcartel.com y con  Viuda Negra Music. Ya se encuentra incluso una playlist del cartel participante. Pero si quieren, mejor busquen las opciones tangibles en las producciones existentes de cada banda. ¡En la crudeza, el físico sí importa!