Redacción: Joel Cruz
Foografía: Cristian García
Germán ha estado ligado al thrash metal desde hace mucho tiempo, y la noche del 10 de octubre su entusiasmo por la música lo llevó a ver un show más de los alemanes Destruction, ciudad en la que reside.
La línea que une a los sonidos extremos en los países latinos con este género derivado del heavy y el punk es larga, fuerte…¡como una cadena de acero! Vinculados con las cicatrices de la guerra y un futuro sin esperanza, la lectura crudamente agresiva de lo que sentimos heredado por Metallica, Slayer y las bandas del Viejo Continente, nos sirvió asimismo para adoptar a la velocidad, convirtiéndola en un camino abrupto hacia una realidad sin máscaras. En dicho trayecto, mostrando un desahogo callejero y desenfadado desde el arte, el rock ultra pesado y consagrado al vértigo.
Era el año 2006, Destruction se presentaba en la capital y algunos ajustes técnicos no le permitieron que su banda de apertura se presentara antes. Para suerte de Germán, su propio proyecto era justamente aquella agrupación que tenía la responsabilidad de «calentar motores» para el concierto. Los europeos tocaron primero y luego, los locales. El cambio de orden permitió que Sobibor (el grupo de inicio) tuviera una visibilidad difícil de obtener en este tipo de eventos, principalmente en la época, además con sonido óptimo.
Después de muchos ires y venires, los teutones bajo al mando del bajista y cantante Schmier están en 2024 destapando licor en memoria de 40 años por su existencia, celebración que incluye a Suramérica. El conjunto colombiano por su parte, haciendo caso omiso de conformarse con las pocas oportunidades que una banda independiente posee en su lugar de nacimiento, cumple más de dos décadas en una lucha por permanecer vigente, haciendo honor al aire bélico de su nombre. Entre sus anécdotas ya están algunas que mencionan el haber exhibido su música en Inglaterra, escenario exigente de la cultura en un contexto global.
En un juego tan sucio como el que significa hacer metal, perseverar y no morir en el intento, Sobibor significa para el circuito tricolor estar a un paso del abismo, pero sin caer en él. Ubicarse al pie del cañón sin presumir medallas, estar sometido a la inmundicia de la trinchera y soportarla ante el cambio de climas tormentosos durante meses interminables. Al final del día, regresar a un concierto de Destruction con este importante cúmulo de experiencias adquiridas, es una auténtica victoria para Germán, quien convenientemente usa el seudónimo de Rebelión. Puedes morir como «leyenda» temporal de barrio, o por el contrario, arriesgarse a vivir y hacerle pelea al injusto paso del reloj desde lo que se anhela…
Episodios metaleros que suceden en ambientes convencionales…
Entre pesadillas e inventores del mal
Aun con los obstáculos que Sobibor y Germán han tenido que atravesar, la música en Colombia hoy tiene mayores posibilidades de crecer, aunque su escenario de competencia es más amplio; básicamente es el planeta Tierra. Por otro lado, si algo tiene bastante fanatismo entre el público metalero nacional es la nostalgia y la defensa pura del thrash metal como cáliz incorruptible de lo prefabricado.
Con un retraso aceptable (hasta ese momento), el recinto Calle 13 le dio bienvenida a Bloody Nightmare, banda que en varios años ha entendido en todo el sentido de la palabra, lo que simboliza ser fiel legionario en un género columna vertebral de la música pesada.
Los «lobos del infierno» hicieron de las suyas apenas la tarima estuvo preparada. Su tránsito en escena fue sobresaliente y resalta la química musical del grupo, una de verdad, que justifica dos álbumes y otras producciones destacables de su trabajo. Un año antes publicaron su más reciente título ‘Pillars of Chaos’, haciendo notar una carrera que sigue firme. El show también tomó forma gracias a War Thrashed y la noche todavía iba a agarrar más fuerza…
Sin maestros ni reyes, solamente himnos de devastación eterna
Una hora después de la hora señalada, las luces indicaron la aparición del cuarteto teutón. Los asistentes estaban tranquilos, gracias a las largas sesiones programadas con canciones de Iron Maiden. Pero en honor a la verdad, los últimos instantes de la espera ya solicitaban sí o sí la presencia de música en vivo. Todo estaba en su sitio: los baños vacíos, la gente a la expectativa y los borrachos de siempre, en el suelo y bajo el sueño que su hechizo etílico usualmente les puede ofrecer. Los chalecos con parches fueron la ley y la misma ley le reclamaba justicia al doble bombo…
Ya en pleno acto, la banda le entregó a la multitud los clásicos que tanta relevancia le han dado, desde la era en la cual su célebre Alemania estaba dividida en dos, fenómeno histórico que explica en parte ese atractivo del thrash metal creado en el país de Beethoven: frío, implacable y con vientos huracanados de bombardeo. De corte fúnebre, solemne y cacofónico; todo a la vez.
’Nailed to the f****in cross’, la infaltable ‘Mad butcher’, junto a las siempre potentes ‘Life without sense’ y ‘Total desaster’ aumentaron el nivel durante el momento. Curiosamente, esta última canción fue lanzada en noviembre de 1984 y en el año 2001 fue interpretada para la televisión colombiana, a manera de rareza. Por su parte, ‘Antichrist’, ‘Bestial invasion’ y ‘Thrash till death’ hicieron más grande el aniversario. Con el espeluznante segmento del ‘Ave Satani’ de Jerry Goldsmith, Destruction, uno de los pilaresen la triada compuesta igualmente por Kreator y Sodom, cerró el encuentro y mostró una vez más su liderazgo en el país del café y el caos del Armagedón incesante. El bien no germinará ya, ni nunca; no obstante, y para todo lo demás, el thrash seguirá ahí, entre nosotros…