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 Lacuna Coil en Bogotá: El éxtasis del despertar humano y el rechazo a los dioses falsos

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Por: Joel Cruz
Fotografía portada: Diego Molina, Colonia Records

Marzo es el mes de las lluvias inclementes en la capital cerca a Monserrate: días con un cielo que imita al antiguo intro de la productora DreamWorks Animation en su recuerdo despejado (‘Shreck 2’, cuando recién empieza la película), dando paso en cuestión de minutos a los baldados de agua helada que hacen lento (tedioso) el tráfico. Junto con el viento húmedo y el frío de sabana, la incertidumbre sobre qué sucederá, moja con lodo de aguacero los zapatos limpios de quienes desean conquistar el alma aventurera de los viernes.

En contra de estos malos agüeros, emparentados con los carros que salpican la ropa pulcra, los charcos de diluvio y las baldosas sueltas que profetizan las delicadas palabrotas del transeúnte afectado, los fans de Lacuna Coil (los admiro por tan rígida voluntad), no se dejaron amedrentar ante este bíblico castigo. A muy temprana hora local (tipo 19:30 h), los seguidores de la banda italiana «madrugaron» al Ace Of Spades Club, buscando ocupar el mejor puesto que les asegurara su reunión con la atractiva  Cristina Scabbia y los suyos.

En 1997, el conjunto de Milán ya había probado dos nombres casi definitivos: Sleep Of Right e Ethereal.No obstante, a finales de aquel año firman un contrato con la disquera Century Media Records, cambiando su nombre (ahora sí, en serio) a Lacuna Coil; algo así como «el espiral vacío», en español. De ahí a la fecha, el grupo apoya su aporte al metal con 11 álbumes de estudio (además de sencillos, compilados, trabajos en vivo y otras «delicias»).

Desde sus días más intelectuales, en un talante que experimentaba con el tan europeo death/doom, hasta su matrimonio moderno con inspiraciones que alcanzan a tocar sin timidez el rock radial, el conjunto, también respaldado en la voz de Andrea Ferro, es el fino arquetipo de la vanguardia en el horizonte sonoro que masificaron; es decir, el apogeo estrafalario del gótico metalero. En defensa de sus inclinaciones menos puristas, el núcleo inspirador de los lombardos ha sabido adoptar innovaciones a sus ideales, mientras atesoran celosamente su estilo y conservan una distancia prudente con una cuantiosa camada de agrupaciones que desde los últimos 28 años se han limitado a clonarlos (la gran mayoría, provocando bostezos a quien con gusto les escribe).

Quince años después de pisar una tarima colombiana, uno de los grupos más estables en su especie regresó al país con la gira Sleepless Empire Tour (en honor a su último disco, óiganlo si aún no han hecho la tarea). Tras su paso por Argentina, Chile y Brasil, el set generoso de Lacuna Coil se hizo corto, acorde al buen momento que pasaron los asistentes al show. Ya lo saben, no finjan sorpresa: entre mejor la pasamos, más rápido se escapa el tiempo del reloj; como agua de lluvia bogotana entre las manos, igual.

Curiosamente, a pesar de que los celulares se vieron a diestra y siniestra, su última placa es una invitación a no sucumbir ante la hegemonía digital que estamos sometidos, pagando el precio de una deuda que no adquirimos y de la cual tristemente, no es probable ver un saldo a favor: el tal «progreso de la humanidad». En una noche, el no rendirse pese a ser de carne, hueso y dolor se convirtió en un mantra tanto de artistas como invitados. La catarsis viva del viaje musical que convoca a muchos y elige a pocos…

Los vampiros de la carretera contraatacan

Es una mala costumbre que los conciertos de estrellas foráneas posean una pobre audiencia cuando de invitados nacionales se trata, destinados frecuentemente a comenzar la velada rockera de turno.

En el caso de Perros de Reserva, no fue así (ojalá el comportamiento se repita): desde sus primeras incursiones en el ámbito underground de Medellín y Bogotá, Elliot y su séquito de criaturas nocturnas se ha llevado la admiración de la capital, gracias a su ágil aleteo de murciélago por un repertorio en el que no faltaron los canciones ‘Prefiero pagar’, ‘Morfina visual’ o la solemne ‘El olvido que seremos’.

Gracias a su videografía, sus hondas exploraciones por vías rockeras (sean punkeras, electrónicas o baladistas), pero por encima de todo, a su largo kilometraje por Colombia y el extranjero, PDR continúan incubando un ejército de damas y caballeros al servicio de sus cantos sanguíneos, dedicados a las penas de amor y la rebeldía más joven de la penumbra eterna.

¡Que todas sus noches sigan siendo Halloween!

Todos de pie: Preparen sus trajes rojos y negros…Lacuna Coil con ustedes (y con vuestro espíritu)

El dúo vocal de Scabbia y Ferro, emulando la inmortalidad de quienes beben sangre para sentirse vivos, no envejeció. No produjo lágrimas de nostalgia ni días anticuados de modas con tos seca. La dupla ya superó el medio siglo de edad y su entrega en escenario parece la de quienes recién inician sus pasos en un bar modesto. Me gusta resaltar en cada oportunidad, el carisma que los músicos emanan hacia los espectadores en los conciertos, como rito de libertad; un aspecto no menor para los milaneses, cuya interacción con su gente les genera evidente aprecio, aún en situaciones de conducta complejas; recordando lamentablemente por ejemplo, cuando Cristina debió ser custodiada por un agente del FBI en Estados Unidos, al ser vulnerable de acoso por parte de seguidores en la zona.

‘Hosting de shadow’, ‘Trip the darkness’ y ‘Our truth’ no se hicieron esperar en el recital. Daniele Salomone (guitarra) y Richard Meiz (batería), ha medida que el tour avanza, se sienten más enlazados con la agrupación. Lacuna Coil tiene cierto hilo de culto y quienes llevan años acompañados por sus temas, han igualmente compartido las decisiones artísticas de una banda arriesgada.

La euforia, en instantes apartados, atrajo a las canciones ‘Oxygen’, ‘Blood, tears, dust’ y la maravillosa ‘Enjoy the silence’ que se sumaron a los hoy momentos más salvajes de este Sleepless Empire Tour en su trance «cachaco». La adaptación del clásico renueva en directo con maestría ese puente del metal con lo electrónico y alternativo. Un nexo casi tan longevo como la obra de obras Violator de Depeche Mode, con 35 años recién cumplidos de impacto global y del cual se desprende ‘Enjoy the silence’; al hacerlo cover, algunas manos privilegiadas lo han transformado en otras contemplaciones de su esencia. ¡Punto para Scabbia, Ferro, Salomone, Meiz y el bajista Marco Coti Zelati! Sus cuerdas graves y lúcidas cuentan solas la importancia de su destreza como cimiento en el grupo, con una antigüedad en LC que data desde 1997.

El plato fuerte estuvo con ‘Heavens’ a lie’ y ‘Swamped’, la cumbre de esta celebración y el cantar al unísono de la muchedumbre. ‘I wish you were dead’, infaltable en el listado, lideró aciertos como ‘Gravity’, ‘Never dawn’ y ‘Nothing stands in our way’, dosis perfecta para cerrar este acto y con un mensaje que el público abrazó cálidamente. Lacuna Coil cumplió la cita y sus fans sellaron el pacto de fidelidad con una evocación de su pronto regreso tan sentida, que un dispositivo electrónico tal vez puede capturar; pero explicar a fondo, lo dudo…Una sensación inexplicable pero vehemente, como la del cielo cerca a Monserrate de color grisáceo y que está a punto de arrojar el agua de mil diluvios; pero a veces, simplemente no lo hace. Chances que nacen desde una lógica ausente.