Home > DESTACADOS > La música en una sola palabra, PAZ, y al interior, ¿Dónde está la paz?

La música en una sola palabra, PAZ, y al interior, ¿Dónde está la paz?

///
Comments are Off

Fotografía y redacción por: Zulma Palacios

El corazón de la capital volvió a latir con fuerza, con el poder de la música como estandarte y la Plaza de Bolívar como escenario principal. El Concierto de La Paz VI prometía ser una jornada inolvidable, y en muchos sentidos lo fue: por el cartel de lujo, por la diversidad cultural, por los discursos sentidos y también, por las fallas que empañaron la experiencia de muchos asistentes y miembros de prensa. Una fiesta con sabor a gloria y a desorden.

Recordemos: En el pasado Festival Rock Al Parque 2024, la banda española Mago De Oz, logró asustar a más de un personal de prensa, pues los asistentes decidieron entrar de manera arbitraría a esta área con el único fin de poder tener a sus ídolos mucho más cerca de lo que la capacidad de la plaza del Parque Simón Bolívar les permitía.

Pasando por debajo de las poli sombras, saltando las vallas del escenario y demás el Simón Bolívar, logró una capacidad de asistentes impensable, por fortuna después de varios sustos y un poco más de seguridad para la sala de prensa, todo salió bien.

Desde temprano, el aire bogotano se llenó de expectativa. Artistas de todos los rincones de Latinoamérica estaban convocados a un evento que gritaba “unidad” en todos sus frentes: Joseito Oviedo , con su descarga de joropo; Motilonas Rap , como voz indígena, urbana y de protesta gritaban al cielo, “no reciclemos más balas”; Velandia y La Tigra , con su irreverencia campesina; Ali AKA Mind, sembrando resistencia con rimas; Apache , que viajó desde Venezuela para incendiar la tarima, pero que desafortunadamente por la mala organización de prensa y de logística, ojo no logística la empresa sino la logística que los organizadores del evento decidieron implantar, sin contar las malas decisiones en el curso de los distintos shows; no pudimos disfrutar y luego, las leyendas: Miguel Tapia con Prisioneros , Bersuit Vergarabat , Inti-Illimani y Mago de Oz , y la fallida presentación de los cubanos Los Van Van, acá otra mala decisión.

Una mezcla ecléctica y potente. Una declaración sonora de que la paz no es homogénea ni silenciosa: es diversa, ruidosa, con tambores, guitarras, charangos y autotune.

Musicalmente, el concierto fue una maravilla. Cada artista se conectó con un público entregado, emocionado, diverso. Vimos a jóvenes, viejos rockeros y familias con niños. La diversidad, no solo estaba en el escenario.

Velandia fue uno de los momentos más celebrados, con su irreverencia santandereana y su habilidad para volver protesta hasta un paseo por la plaza. Ali AKA Mind mostró por qué sigue siendo una de las voces más contundentes del hip hop colombiano.

La presencia de Inti-Illimani y Bersuit Vergarabat sumó nostalgia y experiencia; dos grupos que llevan décadas cantando por la paz desde trincheras diferentes, pero con una raíz común. Miguel Tapia, trajo el recuerdo de Los Prisioneros y subió una plaza entera con canciones que, aunque viejas, siguen teniendo vigencia feroz. Dicho por él mismo, estaba muy emocionado y extrañado de que tanta juventud coreara las canciones con él.
Desde el show de Inti-Illimani, las malas decisiones comenzarían a ser protagonistas en un rincón de la Plaza De Bolívar, lugar donde nos reuniríamos aquellos que además de colegas somos parte de la difusión. Mago de Oz , con su teatralidad, fue una descarga de energía, épica y metalera.

Y para el cierre, para quienes quedaban en la plaza la noticia fue con sabor amargo, pues el show de Los Van Van, fue cancelado, aquí otra mala decisión.

La organización falló en notas clave ,y los medios de comunicación independientes lo sintieron en carne propia. Aunque varios realizamos el proceso oficial para acreditarnos y recibimos confirmación por correo, al llegar al evento, la manilla de prensa fue negada sin razón clara. Los encargados de logística parecían no tener instrucciones precisas y, ante nuestras preguntas, daban respuestas ambiguas o simplemente no sabían qué hacer.

El acceso al pit de prensa fue restringido de forma selectiva: Radiónica, medio de comunicación y por supuesto anfitrión, sí pudieron registrar todos los shows, mientras que a otros se nos negoció el ingreso, incluso cuando teníamos cámara. El caso más frustrante fue el show de Apache, donde literalmente se nos cerró la puerta en la cara. El hombre que parecía ser el director de prensa simplemente se río y dijo: “No, no se puede”. Un desprecio claro a la labor periodística y una falta de respeto hacia los medios independientes.

Como si fuera poco, el espacio destinado para prensa fue llenado con invitados, relegando a comunicadores a los bordes de la plaza, sin posibilidades reales de trabajo digno. Todo esto, mientras en redes el evento se mostró como impecable. Una lástima.

Y al final del día, la cereza en el pastel fue la escasa asistencia al show de cierre: Los Van Van. ¿Falta de convocatoria? ¿Un error en la programación? ¿Una desconexión con el público objetivo? Quizás todo a la vez. Un cierre nostálgico, pero silencioso.

El Concierto de La Paz VI fue poderoso en su cartel, valiente en su mensaje y vibrante en muchas presentaciones. Pero flaqueó en algo que también es clave en la construcción de paz: la inclusión real. La música sonó, sí. El arte brillante. Pero la prensa independiente fue marginada, y esa es una herida que debe ser atendida si de verdad se quiere hablar de transformación cultural desde todos los frentes.

A pesar de todo, ver a miles de personas coreando por la paz, bailando desde el alma y emocionándose con cada canción, nos recordó por qué este tipo de eventos son necesarios. Porque la paz también se canta, se baila y se denuncia. Y porque incluso entre el caos logístico, la música sigue siendo el idioma más poderoso para reunirnos y resistir.