Por: Joel Cruz
Para algunos, sentir miedo por la espera de un castigo eterno, no es algo que les preocupe mucho en estos días, donde la realidad terrenal es cada vez más semejante a aquello que la tradición eclesiástica nos ha inculcado en relación al infierno. En este sentido, la simbología del sufrimiento y el dolor es siempre de fácil acceso, así como su condición no ficticia; a pesar de que la espiritualidad del dogma religioso la enaltezca sobre su «trono» del sacrificio piadoso.
El instinto transgresor del black metal lleva años retocando este ideal y su calidad explícita no ha dejado de ser atractiva, a pesar de las nuevas tendencias que han surgido en el último siglo: la actitud frontal del mal en la humanidad sigue siendo ese gran acertijo sin solución, en el cuál la cristiandad parece más un cómplice de su yugo que un bálsamo al rescate de sus secuelas.
En un interés porque su mensaje cause una conmoción mayor a la que su música y letras puedan lograr, el grupo austriaco Belphegor posee una reputación bien ganada; pero esta «medalla» no es de ayer. La representación de lo profano ha sido la piedra angular de su imaginario horrorífico desde 1992, haciendo énfasis en los videoclips que plasman su «evangelio» sacrílego, sin reducirlo para nada.
En relación a esta herramienta, siempre es impresionante el modo en que han explotado lo audiovisual para que la lealtad a su retorcido lenguaje satanista esté acorde con el siniestro ciclo evolutivo que sus discos han propuesto. Los diferentes análisis de portales metaleros coinciden en que sus álbumes mantienen una convicción por romper barreras moralistas y desafiar temperamentalmente a la censura. Un empeño que comenzó con el video de la canción ‘Vomit upon the cross’, lanzado cuando el metal estaba más en la zona de la clandestinidad que de lo viral.
Por otro lado, Helmuth es el líder de la agrupación y la persona responsable de que su pensamiento musical no haya tomado otro curso. Con lo incómoda que pueden ser las comparaciones, Belphegor ha sido considerada firme por los seguidores más ortodoxos del género, en relación a otras bandas similares que normalmente suavizan su discurso o sonido para obtener una audiencia más numerosa. Belphegor no es para oídos sensibles, pero tampoco para ojos tímidos, cerebros puritanos y en determinado caso, estómagos cobardes.
Repasar la videografía del grupo es justamente complementar la experiencia de los asistentes a sus conciertos y la profundización en sus producciones. Generalmente, el fan de este conjunto nacido en Salzburgo (Austria) sabe que sus lanzamientos en video no son cualquier cosa.
Cuando Belphegor firmó con el sello Nuclear Blast (famoso en el medio) esto no afectó su esencia. De hecho, el clip para su canción ‘The Devils’, pese a contar con un elaborado trabajo fílmico, deja un guión interesante e imágenes realmente viscerales respecto a la letra.
La posesión demoníaca, la invocación de lo sobrenatural y la insalubridad extrema son parte de esta pieza. En el registro visual de la banda, otros proyectos también han generado controversia y rechazo de comunidades religiosas: ‘Conjuring The Dead’, ‘Necrodaemon Terrorsathan’ o ‘Baphomet’ (mi favorito) son dignos de observación. Si quieren un consejo, nunca duden en mirar con detalles los clips de sus bandas favoritas.
Belphegor sigue promocionando su álbum más reciente ‘The Devils’, del cual no faltarán canciones en la primera versión del Colombia Metal Festival, el próximo 8 de noviembre.
En ocasiones, dos es mejor que uno; así que la agrupación también se presentará una noche antes en Bogotá y con tarifa especial para quienes entonces ya cuenten con la entrada al festival.