Por: Joel Cruz
En medio de una ceñida agenda de conciertos que cubre sin compasión fechas y fechas en el circuito nacional, el evento de metal más esperado del año vendrá finalmente a Bogotá. A horas de su realización, todavía es fácil recordar cuando hace meses su primer anuncio fue dado a conocer. A la mejor usanza de un ritual, el público colombiano empezó a suscitar algunas especulaciones sobre el repertorio de bandas que podrían disfrutar quienes eventualmente depositaran su confianza en esta apuesta.
Hoy Colombia Metal Festival es un hecho: la cuenta regresiva ya está en camino, «nos respira en la nuca» el 8 de noviembre y la expectativa sube a ritmo de espuma. A la par de que su hora clave se acerca, el proyecto continúa siendo objeto de polémica, nada del otro mundo; dado que el conjunto de presentaciones cumple entre otros, con el rol de entretener y pone de manifiesto las opiniones encontradas de los metaleros como consumidores. Que esta nota sirva de algo, si es necesario validar las expresiones con argumentos del fan interesado materialmente en hacer parte de la experiencia, pues como cliente o probable comprador, su punto de vista tiene un peso considerable.
¿Por qué los festivales de metal en Colombia no son sencillos de lograr?
Llevar a cabo una empresa tan retadora como este festival, compromete la reunión de agrupaciones fuertemente consolidadas en el ámbito extremo; iniciativa que antes se ha ejecutado con éxito en Colombia, pero con la limitante de que su funcionamiento periódico está condicionado a detalles económicos y sociales que afectan al país en el momento de realizarse. En este escenario colosal, son las marcas foráneas las responsables de haber dejado un verdadero efecto de recordación sobre la memoria colectiva de los amantes del rock en su formato más pesado, si nos referimos en exclusiva a la modalidad privada y con pago de entrada.
En este orden de ideas, la fuerza que pone en tela de juicio un alto nivel de convocatoria para el CMF se evidencia en la creciente oleada de conciertos con artistas que principalmente cuentan con vitrina individual y han copado por meses la agenda local. Sin embargo, este fenómeno es menos frecuente en lugares como México, donde el MXMF Metal Fest también se prepara para recibir a miles de espectadores con un robusto cartel de agrupaciones y que, además, actúa como hermano mayor del evento al que dedicamos esta nota.
El Colombia Metal Festival plantea nuevamente el desafío y su propósito consiste en cuestionar el paradigma de que la población metalera de la zona norte en Suramérica no es capaz de sostener un concierto de grandes proporciones y en el cuál la múltiple opción de grupos masivos convivan bajo un mismo nombre.
El próximo 8 de noviembre y como producto de la agencia mexicana Cacique Entertainment, Colombia Metal Festival viene con una nutrida serie de agrupaciones de las corrientes más tradicionales en el metal extremo. El nivel de todas y cada una de ellas, está sostenido por largos años de trayectoria y prestigio en la escena global. Pese a las repentinas modificaciones que ha sufrido el listado oficial de agrupaciones, la variedad de nacionalidades y líneas de pensamiento enriquecerá sin duda el curso de los shows a presentarse.
En la página oficial colombiametalfestival.com pueden seguir el minuto a minuto de esta experiencia que promete un reencuentro particular con un público ávido de metal en una lectura vivamente autóctona, como el espectador tricolor lo merece.
Los seguidores más apasionados, sea en primer encuentro o sea repitiendo recital, sostienen ansiosamente desde ya su boleta en la mano para hacer más corta la espera. En su defecto, están moviendo cielo y tierra justo ahora para no ser excluidos de esta fiesta.
Sobrinos: ¿Todo OK para encontrarse con el Tío Cacique?