Por Karin Cruz
Hace unos días, siendo la persona maravillosamente ociosa que soy, me encontré escuchando sonidos de Rusia, como un ejercicio de reconocimiento musical. Para quienes me conocen, no es sorpresa: soy curiosa hasta el hueso. Maravillosa fue mi sorpresa al toparme con el sencillo de Ay Yola, Homay.
Pero para entender de qué va esta canción —lanzada apenas tres meses atrás y que acumula ya más de 1.5 millones de reproducciones en VK Music—, y también para comprender el nuevo sencillo de Yola, necesitamos contextualizarnos: adentrarnos en las tradiciones baskir, las estepas del sur de los Urales, y sobre todo, en la epopeya sagrada de Ural-batyr.
Desde las estepas del sur de los Urales, la banda Ay Yola da nueva vida a las antiguas leyendas de su pueblo. Con un sonido envolvente que une lo ritual y lo poético, junto a una voz femenina que parece brotar del viento, reimaginan la epopeya de Ural-batyr como un canto de memoria y resistencia cultural. Este trío de músicos originarios de Baskortostán se ha propuesto reencantar el mito: su sonido etéreo revive lo ancestral y lo eleva hasta las listas de popularidad, cargado de una espiritualidad que parecía olvidada. ¿Qué hace del proyecto Ay Yola algo tan profundo, antiguo y, al mismo tiempo, actual?
También es clave entender la importancia cultural de que un músico como Ruslan Shaykhutdinov —pionero de la electrónica con raíz ancestral en Baskortostán y Artista Honorario de la República— se una ahora a su hija, Adel Shaykhutdinova, guitarrista, compositora y también Artista Honoraria. Juntos, acompañados por Rinat Ramazanov, maestro del kurai y artista de la población, forman un trío que promete llevar la tradición baskir a nuevos territorios sonoros. Todo esto en un álbum próximo a salir, que se vislumbra además como una obra de rescate y reinvención cultural.
Ay Yola es más que un proyecto musical: es un acto de memoria viva. En idioma baskir, su nombre significa «leyes universales» o «estatuto del universo», en referencia a un antiguo código ético que rige la armonía del mundo: no matar, no robar, respetar a los mayores, proteger a los jóvenes. Este principio atraviesa cada capa de su música, que emerge no solo como arte, sino como legado.
Fundada en Baskortostán en 2024, la banda reúne trayectorias distintas bajo una misma misión: revivir y compartir la cosmovisión baskir en una clave contemporánea, usando el sonido como puente entre la épica ancestral y el oyente moderno. Lo que comenzó como una exploración entre padre e hija se ha convertido en una experiencia sonora única: una alquimia de folk ambient, minimalismo electrónico e instrumentación tradicional que no busca adornar la raíz, sino habitarla.
En una entrevista breve pero contundente, Adel Shaykhutdinova fue clara: el éxito de Homay no fue un golpe de suerte. Fue trabajo duro, reaprender el baskir; corregir la pronunciación, estudiar los cantos tradicionales y hacerlo desde una generación que, como ella misma dijo, creció hablándolo poco o nada en casa. Para ella, cantar en este idioma no es una moda ni un gesto simbólico: es una forma de volver a habitar la lengua, los sonidos y la memoria de su pueblo.
«Nací en una familia de habla rusa. Baskir ya no se hablaba en mi casa, aunque mi padre lo dominaba». Quien la acompaña en este viaje no es solo su padre, sino alguien que lleva décadas documentando, preservando y transformando los sonidos de su tierra. Lo que hacen juntos no es fusión comercial: es transmisión intergeneracional convertida en experiencia musical contemporánea. Ay Yola nace como dúo y crece como trío, pero se sostiene como manifiesto.
En sus palabras, lo que hacen es una forma de provocar algo que trascienda el folclor o la nostalgia. El propio Ruslan, al hablar del poema épico Ural Batyr, del que surge Homay, fue tajante: este relato es el tesoro del pueblo baskir y su difusión no debería quedarse dentro de las fronteras.
En una entrevista reciente, reflexionó: «Creemos que todas las personas del mundo son baskires. Si nos conociéramos más entre nosotros —las lenguas, las canciones, las danzas— entonces realmente habría orden en el mundo».
Este no es un comentario chauvinista. Es una forma poética de decir que en la cultura ancestral hay claves éticas que se han perdido en el presente. Ruslan también aclaró que este conocimiento debe compartirse sin sentido de superioridad: conocernos para convivir, no para competir. Desde Baskortostán, una región de historia profunda pero visibilidad marginada, también se puede hablar de lo universal.
La filosofía detrás de Ay Yola tiene que ver con recordar que no todo lo nuevo debe venir de fuera, y que lo propio no es sinónimo de lo pasado. Por eso su música no es tradicional en el sentido estricto, pero tampoco imita las formas globales. Está en ese punto raro donde los sintetizadores sirven al mito, donde el idioma baskir suena no como un eco, sino como una voz vigente.
Además, en sus sencillos podemos apreciar una singular fusión de sonidos tecno con canto de garganta —técnica común en tradiciones túrquicas y mongolas—, todo equilibrado por la voz suave y flotante de Adel. Esta mezcla, por inusual que parezca, no aliena al oyente: lo seduce. Es un puente sonoro entre el trance ancestral y la escucha contemporánea.
¿Pero qué es Homay, y qué es el Ural-batyr?
Homay es una figura mística: una mujer-ave mágica que guía, protege y representa el destino luminoso del héroe. En la epopeya Ural-batyr, ella aparece cuando el protagonista —un joven noble y de corazón puro— debe decidir entre el poder personal y el sacrificio por el bien común. Educado por sus padres en valores como la compasión, la justicia y la verdad, la obra rechaza la inmortalidad si eso implica volverse tirano.
El sencillo de Yola habla precisamente de ese momento: cuando el héroe decide honrar lo aprendido, seguir el camino recto y enfrentar la oscuridad con principios firmes. Si te gustan las historias épicas, los cantos antiguos o los sonidos diferentes, Ay Yola podría ser tu nueva agrupación favorita. Puedes comenzar por Homay, el viral que los catapultó, y luego sumergirte en Yola, su más reciente y poderosa continuación.
Porque a veces, lo más nuevo y valiente no es romper con el pasado, sino cantar con él. En la música de Ay Yola, la memoria no es nostalgia: es el mapa hacia algo por venir.