‘Lost and found and turned around By the fire in your eyes
You made me cry, you told me lies But I can’t stand to say goodbye
Mama, I’m coming home I could be right, I could be wrong
It hurts so bad it’s been so long Mama, I’m coming home’
Ozzy Osbourne
Por: Zulma Palacios
“Fue un show increíble”, “es una de mis canciones favoritas”, “hevy fucking metal”, “este es uno de los actos más maravillosos en la historia de la música”, “después del Live Aid el Back to the begining”, “Ozzy, puto amo”. Y con estas frases, creo que podría llenar una hoja completa con ovaciones, recuerdos y todo lo que de los corazones de los televidentes y los allí presentes en el Villa Park de Aston, Birmingham salía en cada uno de los minutos que el viejo Ozzy salió al escenario y nos entregó su última presentación.
Me atrevo a decir que no fui la única que vio varios momentos de su vida pasar cada vez que enfocaban a Ozzy, cada vez que interpretaba alguna canción, cada vez que agradecía al público el estar allí. Como un flash back de rollo, esos que no se podían acercar a la luz o se revelaban las fotos y perdías todo el material.
Cada gesto de Ozzy, cada movimiento, su cabello en el rostro, el pasar de los años en sus manos, esas ganas de querer salir de su heroica silla y la nitidez de su voz me han hecho comenzar este escrito hablando del final.
Sobre las 9:30am hora Colombia, el show de despedida a Black Sabbath y Ozzy Osbourne abriría el escenario, que por cierto fue blanco de críticas, pues su técnica, agilidad y estética dejó entre ver lo minucioso de cada uno de los detalles para que todo saliera magnifico.
Conocí a Ozzy primero que a Black Sabbath y debo decir que cuando escuche ‘Mama, I’m Coming Home’ la piel se me puso de gallina, pues, aunque tiempo después conocería la historia de la banda, en ese momento entendía el significado de volver al punto donde todo comenzó, rodeado de su gente que lo vio crecer y que hoy estaba en un estadio sold out y en miles y miles de pantallas que con la mejor energía lo acompañábamos en todo el globo terráqueo.
Mastodon y Rival Sons, serían los encargados de abrir el escenario, seguidos por los veteranos y muy bien conocidos, Anthrax quienes junto a Lamb Of God, comenzarían a calentar motores, con la interpretación de ‘Children of the Grave’. Escuchar esta canción bajo estas bandas, fue algo que definitivamente me hizo brincar y entre headbanging y gritos sentirme allá en ese estadio.
Con este diabólico mosh que estos grandes del thrash metal habían provocado, las sorpresas y el show apenas daban visos de lo que nos esperaba, era un pequeño abrebocas de toda la montaña rusa de emociones que se nos venía encima.
La intervención de los bateristas: Travis Barker de Blink-182, Chad Smith de Red Hot Chili Peppers y Danny Carey de Tool en un duelo liderado por Tom Morello de Rage Against the Machine, me decían que tanta estrella en un mismo lugar solo era el pronóstico de un asteroide dispuesto a acabar con todo. Y pues fue así como Billy Corgan junto a la batería de KK Downing llegarían para darnos otro gran golpe con ‘Breaking the Law’.
Acá, les confieso que mi fan interior reluce no solo por Ozzy o Sabbath sino por la sorpresa que en lo personal fue para mi ver a uno de los mejores artistas de mi vida, alguien que me llevo por el camino de varias tusas, varios amores y varios “sí se puede”. Ver a Steven Tyler, con tanta fuerza, con ese pedazo de voz tan bien conservado, o sino dígame si ‘Whole Lotta Love’ de Led Zeppelin en algún momento sonó mal, ahí le dejo esa duda querido lector.
Su estilo de baile que denotaba que lo que se dice de su estado de salud solo se queda en las habladurías por tener alcance y posicionamiento, se destruían con cada juego de cámara, con cada sentimiento y palabra que solo él sabía hacer con sus canciones.
Interpretar las canciones de Aerosmith con tanta alegría y amor por el público fue el comienzo de un río de lágrimas que difícilmente se detendría, solo tendría pausas activas para lo que horas adelante llegaría a la pantalla.
Definitivamente el mundo del rock y del metal se detuvo por más de 8 horas a nivel mundial; en bares, en la sala o en la habitación de los respectivos hogares pues sin importar la ubicación, el objetivo se estaba cumpliendo. Alice In Chains, Pantera y Tool, se apoderaron de sus 30 minutos en el escenario y entregándonos un espectáculo mejor o igual al de un privado o a uno donde ellos podían ser cabeza del cartel, el sol, necio pero resignado se fue alejando de aquel lugar de UK dándole el paso a la oscuridad que traía la tonelada de banda de Tom Araya.
Slayer, interpretando canciones como ‘Reign in Blood’ ó ‘Angel of Death’ sabían claramente lo que estaban haciendo allí, pues fueron momentos donde los pogos más gladiadores se hicieron protagonistas, además de demoledores resaltaban dentro de la inmensidad.
La recta final, se acercaba, el reloj en contra, la espera y la ilusión de ver a un grande, de ver a los grandes como Tony Iommi y su magia hecha guitarra, unos platillos al mejor estilo de Bill Ward y un estupendo solo de Geezer Butler y la ansiedad de poder dejar de pensarlo o recordarlo para vivirlo le daban paso a los caballeros de la alfombra morada, que hacían su calle de honor al mejor estilo de Gun’s And Roses, y Metallica.
Gun’s And Roses destacó su show con la inconfundible ‘Sabbath bloody sabbath’ que la seguiría la icónica ‘Welcome to the jungle’.
James Hetfield, tenía que tocar fibras, pero sobre todo resaltar el porque de su presencia en ese escenario, en ese momento, en esa fiesta, cuando agradecido con el publico le da las gracias a Sabbath pues “sin ellos Metallica no hubiera nacido”. Sin temor a equivocarme esa frase y junto a la finalización de su show nos decía que el asteroide estaba cada vez más cerca de aterrizar en la tierra y dejarnos a todo atónitos.
Si usted lo vio allá en vivo, de cerca, me entenderá cuando le digo que la espera al ver que ya Metallica abandonaba el escenario se hacia eterna, el reloj por alguna razón dejó de coincidir con la programación previamente publicada, los minutos eran horas, cuando de pronto de la tierra llegaría él, Ozzy Osbourne.
Con una frase que decía algo así como “no tienes idea de lo bueno que es esto acá” con una silla imponente, como él, acorde a su genialidad, no podía disimular las ganas de salir corriendo y poder entregarnos más de lo que de por si ya nos estaba entregando. Sus gestos, su esfuerzo, por interpretar una a una sus canciones y el agradecimiento eterno que nos demostraba en cada coro, al finalizar cada canción son detalles que usted amante de la música guardara para siempre.
Ver como se aferraba al micrófono al cantar ‘Mama I’m Coming Home’ fue algo que hizo que mis lágrimas corrieran a contra reloj por mis mejillas y que, por primera vez en la vida, no hiciera el intento de cantar a dúo con ese man, sino por el contrario lo escuchara y contemplara.
‘Mama, I’m Coming Home’, ‘Mr. Crowley’, ‘I Don’t Know’, ‘Suicide Solution’ y ‘Crazy Train’. Este fue su set list de despedida, tal vez el más corto de su carrera musical, tal vez quería más, tal vez pensó dos canciones más, pero con la desaforada intervención de ‘Crazy Train’ a todos nos quedó claro que aún debía guardar fuerzas para revivir no solo el lugar y las personas con quienes comenzó todo, con quienes hoy les han permitido a muchos que los llamemos leyenda a Black Sabbath, sino que tenía que volver recargado.
Al escenario saldría Tony Iommi, Geezer Butler, Bill Ward y por supuesto Ozzy, quienes al ritmo de War Pigs’ nos dejarían en claro que el asteroide aterrizaría justo donde debía y bajo los ritmos exactos. “Generals gathered in their masses” nos llevaron al mejor concierto de Black Sabbath y sin decir mucho, solo admirar y retener cada minuto en nuestras mentes, este sería no solo el mejor show de Sabbath sino el más icónico e inolvidable. ‘N.I.B.’ fue la representación clara de que a lo que este hombre le sobra es voz, y si a alguno le quedaba alguna duda ‘Iron Man’ y ‘Paranoid’ fueron el sello con el que finalizaba su carrera. Las puertas al infierno que con honor se fueron abriendo y le dieron la fuerza para que el espíritu del gran Príncipe de las Tinieblas, gritara con ahínco. “Enloquezcan, esta es la última canción”.
No hay más que decir, este es Ozzy, esto es Sabbath, la biblia musical de muchos, la razón de ser de otros tantos, el gusto y la raíz de tantas bandas que por años se han construido a base de estos monstruos y que espero sigan siendo el futuro de venideros.
Foto: Rolling Stone UK/Ross Halfin